Tras relatar “la angustia e impotencia” de los familiares
“durante los cinco días de incomunicación y la prórroga
tras el paso ante el juez”, Nerea Pedrosa señaló que consiguieron,
finalmente, contactar con Maite, ya en prisión, días después.
“Nos dijo que por nada del mundo hubiera querido que nadie de casa le viera,
lo que nos dio una idea de las condiciones en las que estaba, teniendo
en cuenta que llevaba tres dias y medio fuera de casa”.
La ilusión por el encuentro se tornó decepción
al ver el estado en que se encontraba el ser querido. “La encontramos en
unas condiciones que no son humanas. Había adelgazado once kilos
en cinco días en manos de la Guardia Civil, no podía
andar y tuvo que ser ayudada por dos compañeras en la visita. Le
costaba hablar, aunque poco a poco nos fue relatando que había sufrido
malos tratos físicos, golpes, aplicación de la bolsa, con
la que perdió el conocimiento cuatro veces, electrodos y amenazas
de aplicación de la bañera”.
Con gran entereza, aunque dolida en lo más hondo de su ser,
Nerea Pedrosa añadió que Maite Pedrosa “fue violada. Le
introdujeron, tanto por el ano como por la vagina, los dedos, las manos
y algo que ella describe como un objeto frío y que la misma Guardia
Civil le informó que se trataba de una pistola. Sufrió
manoseos, amenazas de muerte, tanto a ella como a la familia, e incluso
fue trasladada a donde los compañeros junto con los que había
sido detenida para que viera como estaban siendo torturados”.
Patricia Vélez, detenida al igual que su compañero
Koldo Elizetxea el 11 de mayo en Hondarribia, fue incapaz de expresar su
propio testimonio, por lo que, a continuación, tomó la palabra
Jesús Gete, padre de Cristina Gete, arrestada por la Guardia Civil
en Donostia el pasado 3 de mayo y actualmente en prisión.
Gete se refirió a “los profesionales de la información”
presentes, “consciente de la dificultad emocional que entraña la
condición de padre, tener que recordar esa cruenta experiencia que
le ha tocado vivir a mi hija y a otros muchos y a nuestra familia, quiero
hacerles portavoces públicos de mis sentimientos”.
El padre de Cristina Gete manifestó que su hija “ha sido salvajemente
torturada durante su estancia de cinco días en la Dirección
de la Guardia Civil de Madrid, con la reiteración de golpes de diferente
modalidad, la colocación de una bolsa de plástico, sin poder
respirar y cayendo al suelo con síntomas de asfixia, los insultos
permanentes contra la dignidad de su persona y las amenazas irracionales
hacia sus familiares directos como destinatarios de las mismas”.
Continuó expresando que su hija “ha sido sanguinariamente humillada
y vejada sexualmente por un grupo de mercenarios al servicio del aparato
del Estado español. Ha sido desnudada, sobada, con amenazas permanentes
de violación. Todos estos hechos se han practicado contra mi
hija con total impunidad por parte de este grupo de mercenarios.
Cristina Gete, que al igual que Maite Pedrosa denunció ante
el juez las torturas padecidas, fue situada ante Josu Lonbide, su compañero
también detenido, mientras los guardias civiles le sobaban y manoseaban.
Le dejaron en bragas e indrodujeron por el interior de esta prenda un palo
que restregaron por su vagina y ano.
Los testimonios de la hermana de Maite Pedrosa y el padre de Cristina
Gete forman parte del balance hehco público por Gestoras pro-Amnistia:
en los cuatro primeros meses de 1998 un total de 83 ciudadanos vascos detenidos
por motivos políticos “han padecido en sus cuerpos y mentes torturas
y malos tratos de manos de la Guardia Civil, Policía Española
y Ertzaintza.
Egin, 12/6/98